jueves, 18 de febrero de 2016

¿Cuánto sabes sobre el cerebro?


Un grupo de investigadores de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins acaba de anunciar que ya tienen a punto sus primerosminicerebros” de laboratorio, lo cual supone un gran avance en dos aspectos fundamentales. 
En primer lugar, evitaría tener que hacer experimentos en la masa gris de los roedores de laboratorio, lo que ahorraría sus sufrimientos en aras de la ciencia. Y en segundo lugar, las investigaciones serían mucho más eficaces, ya que estos órganos se fabrican a partir de células humanas. Se calcula que el 95% de los fármacos que hoy se ponen a prueba en animales luego no funcionan en personas,  con el consiguiente derroche de tiempo y dinero, como ha explicado Thomas Hartung, director de la investigación. “No somos ratas de 60 kilos”, resume gráficamente.
Los minicerebros se podrían definir también como “bolas de neuronas” que se forman en apenas ocho semanas a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPS, por sus siglas en inglés), es decir, células adultas de nuestro cuerpo –en este caso, de la piel– reprogramadas genéticamente para que adquieran la personalidad de células embrionarias y puedan así convertirse en cualquier tejido humano. No obstante, Hartung apunta a que se también podrían fabricar “cerebritos” con células de pacientes que sufren determinadas dolencias neurológicas para ensayar nuevos medicamentos contra el párkinson, el alzhéimer, la esclerosis múltiple o el autismo. 
Pero no te los imagines como sesos de casquería: cada encéfalo de diseño mide apenas 350 micrómetros de diámetro (como el ojo de una mosca), y se pueden crear cientos de miles de copias exactas. Una vez formados, poseen cuatro tipos de neuronas diferentes, así como astrocitos y oligodendrocitos, que cumplen funciones de soporte a las células nerviosas. Pese a su estructura básica, los minicerebros son funcionales: los científicos pueden medir la actividad de sus neuronas mediante electrodos.
Hartung admite que el suyo no es el primer cerebro de laboratorio, pero sí el único estandarizado hasta ahora, y espera obtener la patente para empezar a fabricarlo en serie este mismo año con el nombre comercial de ORGANOME